martes, 23 de febrero de 2010

Perderse otra vez

¿Qué será de mí cuando vuelva a sentir en mi cuerpo tus delgados dedos de brujo?

¿Qué ocurrirá cuando tu boca se trague el poco aire que me queda al sentirte tan cerca?

Pasará lo de siempre.

Me perderé.

martes, 2 de febrero de 2010

Colección de recuerdos

A menudo los recuerdos llegan para quedarse. Los apilas en las esquinas de las habitaciones. En los huecos entre la ropa de invierno. Otras veces acabas comprando algunas de esas cajas de plástico tan funcionales con el fin de seguir almacenándolos debajo de la cama, o encima del armario o incluso en el trastero o en el garaje, junto a botellas de vino destinadas a ocasiones especiales, que a veces ni siquiera llegan.

De repente, a finales de verano, con el cambio de una estación a otra, te pones a hacer limpieza. Y te das cuenta de que aquel jersey ya no te queda tan bien. Igual que su recuerdo, del que tanto te cuesta desprenderte, por si se pudiera reciclar, o por si él se arrepintiera de haberse deshecho de ti y volviera. Si eso ocurriera tendrías que volver a sacar todos esos momentos de los armarios, de las cajas, de las esquinas, y los huecos. ¿Qué pasaría entonces si ya no los tuvieras? No, no puedes permitírtelo.

Y a veces, más bien, casi siempre, lo mejor es coger una gran bolsa, abrirla mucho, e ir tirando todos y cada uno de esos recuerdos que ya no sirven, que hacen daño, que no te permiten mirar hacia delante, para después cerrar la bolsa, con mucho cuidado para que a ninguno de ellos se les ocurra escapar para volver al agradable calor del armario, y lo tiras a la basura. Sin miramientos, ni compasión.