martes, 25 de noviembre de 2008

Las miraditas de un hijo

Esta canción despierta en mí todo un volcán de ternura y amor maternal. Hoy estoy ñoña. ¿Por qué? Porque mañana mi retoño cumple dos años. Me lo voy a comer con leche y galletas, por si alguien se apunta...

Además quiero agradecerle a Vanito, aunque no lo vaya a leer, su amistad y el haber compuesto este peazo de tema. ¡Sabes que te adoro!

Y a mi enano, a Danel, dejarle escrito que es el hombrecito de mi vida y que lo quiero un montonazo, que pa eso soy su madre y le voy a estar besando delante de todo el mundo aunque tenga 15 años y se avergüence de mí. ¡Queda dicho!

De cuando me dijiste gracias

Cuando un amigo, al que aprecio especialmente, me dedica unas palabras bonitas, y encima no me las esperaba, me provoca un qué sé yo que sube desde el estómago hasta la garganta que me da fuerzas para seguir viviendo, al menos un día más, con curiosidad de ver lo que deparará el destino de cara a mañana.

Esta tarde me ocurrió algo así. Por eso he decidido dedicarle este post a ese amigo que de un tiempo a esta parte se ha convertido en uno de esas personas imprescindibles, de esas que si las pierdes duele, uno de esos considerados "mejores amigos". A parte de eso, me declaro una fan de su música, de sus letras, de sus directos tan sorprendentes y divertidos, de su escritura y de su interior.

Una de las canciones que más me gustan es ésta, Caridad. Y él es Julio Hernández, Trovador 2.0, cubano.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Lluvia sobre mi cabeza


Vivo en perpetuo estado de tormento
con la lluvia cayendo sin cesar sobre mi cabeza
empapadas las ideas
resfriadas las ilusiones.

La culpa viene y va
como amante enfermiza
se abalanza sobre mí
y devora mi cordura.

El frío se apodera de mi cuerpo
acurruco mi alma
guardo un vago recuerdo:
"no llueve eternamente"
y me duermo.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

La escalinata de la Universidad de La Habana


Esta mañana me acordé de uno de los momentos más divertidos que pasé en uno de los viajes que hice a Cuba. Dio la casualidad que a finales de marzo de 2005 se celebraba en La Habana un aniversario importante (no me acuerdo del número) de la "Unión de Jóvenes Comunistas" y de los "Pioneros de José Martí". Yo estaba ilusionadísima con poder asistir a las actividades que se hicieran ya que era una forma de acercarme aún más al pueblo cubano, con su idiosincrasia, su cultura y su día a día como ciudadanos de un país único en su forma de gobierno y política.

Sin ánimo de entrar en esto último, me enteré que una de aquellas noches había un macroconcierto en las escalinatas de la universidad. Un lugar espectacular. Bajo la larga escalera, el escenario. No faltaban las insignias y la propaganda castrista, así como los retratos del Ché Guevera y Camilo Cienfuegos. El lugar estaba lleno de jóvenes estudiantes, cubanos y lationamericanos, que vibraban con cada nota que les llegaba desde abajo. Hubo apagones repentinos, fallos técnicos. Nadie se sorprendió. Estábamos en Cuba, y esas cosas pasan a menudo.

Entre los grupos que tocaron estaban Moneda Dura y Buena fe. A los primeros ya los conocía. A los segundos, pegando fuerte en la isla en ese momento, no pero me encantaron. Más tarde me haría con su disco "Corazonero".

He rescatado este vídeo "Todos nacimos ángeles".

Hablando con tu recuerdo


¿Que si sigo pensando en ti? Qué preguntas haces. Claro que sí. Desde el día en el que te conocí, desde aquella tarde en la que nuestros ojos, y todo nuestro cuerpo después, se cruzaron. Saltaron chispas ¿te acuerdas? Los que se encontraban a nuestro alrededor no podían evitar mirarnos. Todavía me pregunto si lo hacían por el contraste de nuestras pieles o por la luz que irradiábamos en cada mirada que nos dedicamos. ¿Quién sabe? Además, ¿qué importa ya? Curiosamente mis ojos sólo encuentran tranquilidad cuando se pierden en la negrura de los tuyos, y a la vez chocan contra su perdición, contra el sufrimiento de no poder tenerte.

¿Y tú? ¿Sigues pensando en mí? Sé que no lo hiciste mucho. Tu ilusión por lo que teníamos te duró poco. Apenas unas horas, unos días, no más de un mes. No entiendo cómo me he aferrado tanto a tu recuerdo. Nunca me diste un atisbo de esperanza. ¿Sabes? Tengo la certeza de que mi corazón deseaba ser querido, y se sentía cómodo entre tus manos. A ti te quemaba y lo arrojaste al suelo.

Aún mis labios, a pesar de haber sido besados por otros labios, anhelan los tuyos. Sí, de verdad, no te miento. Sólo me volviste a besar una vez más, a regañadientes ¿recuerdas? En la oscuridad de aquel lugar y sorprendidos únicamente por los faros de los coches que pasaban. Parecíamos niños avergonzados, adolescentes ansiosos que no saben muy bien qué tecla tocar para que el acto no fuera malinterpretado.

Daba igual la tecla que tocaras. Yo ya estaba más que hundida. Todo lo que había construido los últimos años estaba a punto de desmoronarse. Entraste con fuerza, como un huracán. Y ¿sabes qué es lo que más me ha dolido? Que te fueras con la misma potencia con la que entraste dejando todo en ruinas. He tenido que ir piecita a piecita reconstruyendo mi pequeña isla para dejarla tal y como estaba.

Todavía me pregunto porqué una de las calas más hermosas la he reservado para ti. No pierdo la esperanza de volverte a encontrar como aquella primera vez. En vez de la ciudad, será el horizonte el que nos vea pasear de la mano.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Arenas de soledad

Esta tarde me ha vuelto a ocurrir. El gorrión se volvió a posar en mi ventana. Y de repente una extraña nostalgia y tristeza se adueño de mi mente, de mi alma y de mi corazón. Es curioso, porque este pajarito malcriado suele ser asiduo a visitar a la gente de Cuba que vive fuera de la isla. ¿Por qué me elige?

Cuando esto ocurre, la única forma de sentirme cerca de esa tierra rodeada de agua e iluminada por un sol que calienta más cerca que aquí, es sentarme delante de la televisión y ponerme una película de entra las tantas de mi "dvdteca". Guardo con cariño "Balseros", "Suite Habana", "Guantanamera", "Cosas que dejé en La Habana", etc. Pero esta tarde estaba más musical, así que he elegido mi favorita: "Habana Blues". Y he vuelto a pasearme por las calles de esa mágica ciudad en hermosa decadencia arquitectónica.

"Arenas de soledad" me arranca todas las lágrimas que guardo. Me pongo a llorar y no puedo parar hasta que me quedo seca.

martes, 11 de noviembre de 2008

Cubadicción

Llevaba mucho tiempo queriendo escribir sobre Cuba, su música, su gente, su arte, pero por una cosa u otra nunca acabé de animarme, nunca me atreví. Hasta hoy. ¿Por qué no? No soy cubana, ni soy una experta, pero estoy enamorada de esa isla y sufro una "cubadicción" enfermiza. Creo que aval suficiente para meterme en esta historia. Y a ver qué sale.

La cubanía entró en mí de una forma brusca. No fue ni siquiera algo que vas probando poco a poco y al final le coges el gustillo. No. Fue en el verano de 1998, año en el que yo todavía escuchaba únicamente música con guitarras estridentes y cantantes melenudos, cuando asistí a mi primer festival veraniego. Se llamaba "Dr. Music Festival" y hablo en pasado porque desgraciadamente ya no se celebra. Una pena porque era uno de los pocos festivales en los que se podía escuchar todo tipo de música. Ese año recuerdo que tocaban Deep Purple, Iggy Pop, Garbage, Richie Sambora, Los Mojinos Escozíos, Barricada, The Corrs... y un largo etcétera. Entre todos ellos, en la carpa latina, un colectivo de músicos cubanos llamado Habana Abierta.

Arrastré a mis dos acompañantes al lugar. Por curiosidad y por cambiar un poco de estilo musical. Y ¿qué decir? Lo pasamos en grande, bailando no sé sabe cómo y desmelenándonos a más no poder. Aquello música entró en mis venas y ya no he podido explusarla. A los pocos meses ya estaba embarcada en un avión rumbo a la isla caribeña.

Así que, qué mejor manera de estrenar blog que con la música de este maravilloso colectivo de músicos. Habana Abierta con su canción "Corazón boomerang", compuesta e interpretada por Vanito Brown en el último disco del grupo.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Verte dormir




El silencio reinaba en toda la casa. Lucía se encaminó hacia la habitación cuya puerta, entornada, ocultaba la cama donde debía estar tendido Carlos. Dio un paso tras otro, despacio, casi haciendo equilibrismos, para no hacer ruido. En el preciso momento en el que su mano se apoyó en el marco de la puerta, la madera crujió debajo de sus pies y Lucía, en un acto reflejo, la mandó callar.

Esperó, concentrada en cualquier ruido que pudiera venir de la estancia. No deseaba despertarle. Le gustaba verle dormir, tranquilo, bello. Animada por el silencio, siguió su ruta. Abrió la puerta y sus ojos se clavaron en el espejo que reflejaba la cama y sobre ella el cuerpo inerte de Carlos. Se giró y se sentó sobre el colchón, tímidamente. Y se quedó allí, mirándolo.

Lo amaba tanto que le dolía. ¿Cómo era posible? Todas las líneas de su rostro le resultaban hermosas. Aquellos ojos negros, ahora ocultos tras los párpados completamente relajados, la seducían cada vez que se fijaban en ella. Estiró el dedo índice y se paró a dos milímetros de sus labios. Se paseó de un lado a otro de su boca, sin tocarla. Con ella le había dado los besos más apasionados que jamás nadie le hubiera dado. De ella habían salido las canciones más hermosas que nadie jamás le hubiera dedicado.

No pudo contener sus deseos. Lucía acercó su rostro al de Carlos y besó sus labios. “Te regalo mi eternidad”.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Deshecha


Los dos cubitos de hielo aún flotaban sobre el licor que la esperaba sobre la mesa. Su mirada, fija en el vaso, se perdía en el brillo que la tenue luz proyectaba en él. Desconocía el tiempo que llevaba en la misma posición. Habrían pasado tal vez 10 ó 20 minutos desde que la soledad ocupó la silla que se encontraba frente a ella, sustituyendo el calor que él había dejado al irse. Se palpó la mano. Aquel anillo ya no significaba nada. Se lo quitó, sin apartar la mirada del vaso, lo sumergió en el líquido, y se lo bebió de golpe. Un escalofrío recorrió toda su espalda, un sabor ardiente provocó un ligero mareo y no pudo evitar que un quejido se escapara de su boca. Ahora recordaba porqué había dejado de beber. Odiaba esa sensación. Y evidentemente no iba a ayudarle en el duro trabajo de pasar página. Ni siquiera quería creer que su vida no fuera a caminar junto a la suya, de la mano, como ella había soñado, hasta que sus espaldas se encorvaran y su piel dibujara surcos imposibles. Sin embargo, ésa era la realidad. Se había acabado. Y sólo el dolor acabaría con el dolor.

NO A LA PORNOGRAFÍA INFANTIL

Dejo a un lado las historias para denunciar un tema que me toca mucho la fibra. Y es que si no respetamos la infancia, que es nuestro futuro, no podremos respetar nada. Un niño es un tesoro y como tal hay que cuidarlo, mimarlo y darle mucho amor. Es duro pensar que alguien pueda hacer daño a un ser tan pequeño e inofensivo. Me toca como mujer y como madre. Así que adelantándome al 20 de noviembre alzo la voz: NO A LA PORNOGRAFÍA INFANTIL. NO AL ABUSO A LOS NIÑOS.