viernes, 28 de marzo de 2008

La culpa

La oscuridad se cernía sobre la ciudad. Descalza, María recorría aquel callejón, segura de que al final encontraría lo que buscaba. Apenas sentía frío, a pesar de que el suelo aún estaba húmedo por la tormenta caída dos horas antes

Sus brazos caían como muertos y su cuerpo estaba encorbado. María tenía el maquillaje corrido, seguramente debido a las lágrimas derramadas. Enrique la había dejado. "No es por ti", le había dicho. Y en ese preciso segundo todo el tiempo vivido con él pasó por delante de sus ojos, como en una película. Comenzó a atar cabos y el amor se le fue de golpe. Con los ojos bien abiertos, descubrió todos sus engaños, las mentiras, el egoísmo...

El calor le invadió el cuerpo. "No, no es mi culpa", le respondió. Abrió la puerta y dejó escapar su alma. El cuerpo casi sin vida de María se fue detrás de ella, en un intento vano de recuperarla. Pero era inútil, corría demasiado.

Agotada, María decidió regresar. Para entonces, Enrique ya se había ido. La casa se quedó medio vacía. Ahora estaba sola, desalmada y sin televisión. Se sentó en el sofá y se preguntó cuándo, la muy puta, pensaba regresar

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