jueves, 19 de junio de 2008

El amor se siente o no se siente

Era extraño. De repente aquel hombre le había hecho sentir especial. No recordaba que nadie la hubiese tratado de esa forma en su vida. Hacía una semana que se conocían y la explosión de sentimientos se asemejaba a la de la bomba atómica. Se preguntaba si los habría estado reservando para cuando llegara el momento oportuno. Tal vez lo que ocurría es que simplemente los había estado guardando en un cajoncito de su corazón para que no cogieran polvo, del poco uso que les daba, y él se merecía que los recuperara del olvido.

Se sentía feliz, llena de júbilo, y al mismo tiempo el miedo la dejaba paralizada. ¿Miedo a qué? No podía dejar de preguntárselo a sí misma. La respuesta era obvia: miedo a sentir; miedo a descubrirse, a darlo todo, a enamorarse sin tapujos, a la obligación de trastocar algo en su vida, o al placer de hacerlo; y también miedo al fracaso, a que no fuera real...

En fin, no era tan fácil como parecía. Sin embargo, estaba de acuerdo con lo que la protagonista de la serie de la noche anterior había dicho: "el amor se siente o no se siente, y no hay más complicaciones".

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