jueves, 3 de abril de 2008

Anoche soñé


Anoche soñé.

Recuerdo haber muerto y haber renacido. Sin embargo, en esta ocasión, mi cuerpo era distinto. No tenía brazos, sino alas. Mis piernas eran delgadas y frágiles, y eran cuatro en vez de dos. Había desaparecido mi melena negra, y en su lugar dos largas antenas habían crecido. Caí en la cuenta: era una mariposa. ¡Y podía volar! Volar…

Lo primero que hice fue volver a ver a los que en mi vida anterior había querido: mi madre, tan fuerte y tan delicada al mismo tiempo; mi hermana, tan bella; mi niño sonriente y juguetón; los hombres a los que amé, a los que perdí, a los que nunca tuve; mis amigos, con los que tanto me reía. Les echaré de menos.

Sin embargo, es hora de dejar todo atrás, y comenzar mi nueva vida. Una en la que no tenga otra obligación que dejarme llevar. Por el viento, la brisa del mar, por el calor del sol y el frío de la lluvia. Mis alas se abrirán y volaré, volaré… hasta donde ellas me quieran llevar.

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