lunes, 7 de abril de 2008

¿Hasta cuándo?

A veces lograba sacarla de quicio. Y era en ese preciso instante cuando se preguntaba si merecía la pena seguir con aquello. Colocaba sobre una balanza lo bueno y lo malo. De momento lo primero superaba a la tristeza, el enfado, los malentendidos y la soledad que día sí día no invadía su cuerpo. Sin embargo, aquella balanza nunca había estado tan cerca de llegar al equilibrio.

De él le había enamorado su inteligencia, su saber estar, su capacidad de razonar, su forma de hablar y sus ojos. Pero sobre todo, su sonrisa.

Aquel sentimiento de entonces no era más que la sombra de lo que ahora sentía. No sabía si las decepciones habían dado lugar al agotamiento emocional o si simplemente la primera fase de enamoramiento había pasado y ahora lo veía todo completamente lúcida, sin disfraces, sin papel de regalo.

Lo quería mucho, eso no lo podía negar, sin embargo gran parte de aquella pasión irrefrenable de los primeros meses había desaparecido. Ni siquiera le deseaba como antes. Se preguntaba hasta cuándo podría aguantar. ¿Hasta cuándo?

Al rato volvía a pensar en ello. ¿No serían sus sentimientos totalmente injustos? Al fin y al cabo era un bueno hombre. Se sentía culpable y al momento, se autoconvencía de que ya no era el de antes. Su sonrisa no era la misma. ¿Estaría él también decepcionado? Y… ¿hasta cuándo podría soportarlo? ¿Hasta cuándo?

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